4.11.06

Leche y miel












Según Erich Fromm, la mayoría de las madres son capaces de dar leche... pero sólo unas pocas afortunadas pueden dar miel. Para ello una buena madre debe ser una persona feliz (¡tarea nada fácil!). Pero sobre el hecho concreto de "dar leche" que visto así y sin desmerecer a Erich Fromm no parece ser gran cosa, nadie nos prepara demasiado. Ahora que tengo a Andrés, mi segundo hijo de casi cuatro meses, y que dedico gran parte de mi tiempo a "darle simplemente leche" tengo que decir que para amamantar a un niño exclusivamente con leche materna ¡hay que tener acumulada mucha miel en alguna parte del cuerpo! pues exige una buena dosis de sacrificio.

La primera vez que amamanté lo hice con gran convicción y una preparación básica de curso de primeriza donde me hablaron de la importancia de alimentar a mi hijo con leche materna. Cuando nace el bebé, los tres primeros días son cruciales pues la leche no baja, las tetas duelen, las heridas duelen, el niño llora de hambre y todo parece un callejón sin salida. He observado cómo en esa primera semana muchas madres flaquean porque "mi leche no lo alimenta", "no produzco suficiente y queda con hambre", "no le gusta mi leche" o algo peor... "mi leche no es buena". Apenas nace un bebé se asoman a la cama de la parturienta primeriza unas cuantas cabezas y comienza la batalla de opiniones. Cada quien tiene su secreto que suelta en ese instante. Cada madre es la más experimentada, así que la que está peor calificada es definitivamente...¡la que acaba de recibir su título! (o sea, la pobre primeriza, que además de recién parida, magullada, inflamada y quizás despeinada y deprimida, no ostenta ninguna experiencia). Muchas son las veces en las que he escuchado la frase de "qué buena leche tienes" porque el niño está gordito (¿o sea que si estuviera flaquito sería porque la leche es mala?).

En fin, que con esto de la leche hay mucha tela que cortar. Pero lo que más me sorprendió cuando me afané en esto de las tetas fue descubrirme tan increíblemente ANIMAL. Debo decir que gracias a ello superé todas las trabas. No me da vergüenza sacarme la teta en cualquier lado, lo he hecho en todas las situaciones más increíbles con la discreción natural de quien debe amamantar: como algo muy normal, en las escaleras de un centro comercial, en la cola de pasaportes, en una reunión de trabajo, en el cine, en una fiesta...

Nadie me dijo tampoco que iba a estar hasta ocho horas al día sentada en una mecedora, amamantando. Cuando mi esposo y yo compramos la silla, habian dos tipos: una mullida, llena de almohadas ergonómicas, y otra mucho más económica y también más dura. Ya me parecía una exageración pagar tanto por una simple silla que se mece, así que compramos la más barata. ¡Craso error! No se imaginan las veces en las que tenía en mi mente la otra, la espléndida, la espectácular, la mullida OTRA mecedora. Pero en fin, ya me acostumbré. Los manuales dicen: mientras amamante no encienda la televisión, no hable por teléfono y manténgase relajada. Debo decir que ninguna de estas premisas la he podido cumplir, pues ocho horas son ocho horas y sobre todo en la noche me he vuelto una experta viendo TV sin sonido -leo los subtítulos- y gracias a la tele no me duermo con mi hijo en brazos.

Compré uno de esos aparatos para sacar leche manuales... ¡Otro error! Pasé horas rompiéndome los pezones para que saliera una gota y me sintiera aún más angustiada porque "debe ser que no tengo tanta leche como parece". Gracias a Dios ahora soy una experta ordeñadora y ando para arriba y para abajo con una maquinilla portátil, bolsitas estériles y un termo, y puedo ordeñarme en cualquier lado en donde encuentre un enchufe y un mínimo -pero apenas mínimo- de privacidad. Así que sí, estoy segura de que leche y miel ¡van de la mano!


3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Me veo retratada
La pobre Andrea fue víctima de la pendejada de las sabelotodo, y de mis 21 añitos de la coincidencia con la muerte de la abuelita, sólo le dí 2 meses
Pero con Roby me fajé a la perfección, y le di 9 meses PURA TETA, no tomaba ni agua. Pero fueron 9 meses cada 3 horas exactas.
No entiendo para qué sirve el tira leche eléctrico si de todas maneras llevas a Andrés encima cual cangura.

AMBROSÏA se llama lo que damos de comer a nuestros hijos

Besos

10:31 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

hola sonia que blog tan grato. me parece perfecta esta forma de compartir tu experiencia de maternidad. la historia de la peluquera es lindisima!. aun me da vueltas en la cabeza la conversacion que tuvimos en el restaurant arabe. ya llegara mi momento! estare visitandote por aqui. bendiciones para tus hijos, un beso para ti y
mucha suerte

11:17 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

hola sonia que blog tan grato. me parece perfecta esta forma de compartir tu experiencia de maternidad. la historia de la peluquera es lindisima!. aun me da vueltas en la cabeza la conversacion que tuvimos en el restaurant arabe. ya llegara mi momento! estare visitandote por aqui. bendiciones para tus hijos, un beso para ti y
mucha suerte

11:17 a. m.  

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