16.11.06

Burbuja de protección

Estuvo en casa una gran amiga que está embarazada. Ella vive ahora en otro país, así que su embarazo transcurre sin la solidaridad de las amigas más queridas. Sin embargo, al verla, al conversar con ella, recordé esa particular sensación de "protección como sobrenatural" que brinda un bebé en la barriga. Nunca en mi vida me sentí tan significativamente acompañada de mí... y de un otro interno como en mis dos embarazos. ¡Magia de los cielos! Para los que no han estado nunca embarazados (y digo "los" porque es algo que a veces los hombres pueden envidiar) la barriga era, a parte de todos sus inconvenientes corporales, como andar libre por el mundo en una burbuja de protección. Pasaban cosas terribles en mi país -y siguen pasando- pero yo, inmutable, lo miraba todo como desde otra orilla. Mi labor de creación me mantenía gravitando unos centímetros por arriba de la tierra. Mi cuerpo necesitaba tranquilidad, felicidad, paz y fe para el arduo trabajo que llevaba a cabo... y todos esos sentimientos nacía del centro de mi: de la placenta, del cordón umbilical, del útero. Nunca me he sentido así, tan unida a lo físico, tan vulnerable y a la vez, tan protegida y acompañada.
Se me olvidaron los vómitos, los cansacios, los sueños; se me borraron las noches en vela por ese insomnio que producen las hormonas alborotadas; las almohadas encajadas aquí y allá para acomodarme en la cama; las dificultades para cortarme las uñas, agarrar el jabón o ponerme la ropa; se me olvidó la nausea, los gases y el sabor a...¿metal?... en la boca, que me acompañaron hasta el día del parto; se me olvidaron las angustias en cada cita al médico para medir, ver, verificar cada etapa del embarazo; se me olvidaron tantas cosas de esas más bien malas que trae el estar embarazada. Sin embargo, no creo que se borre nunca de mi mente -ni mi cuerpo- esa certeza de que algo hermosamente grande y asombroso ocurría allí dentro; ni creo que olvide tampoco a la deliciosa burbuja de aire libre, líquido y pacífico que circuló conmigo durante nueve meses. Será por eso que todas las futuras madres tienen un no se qué en el rostro, una extraña mezcla de serenidad y superioridad -que yo lo atribuyo a la burbuja en la que se anda-.
En fin, que gracias a un curso de maternidad en el que en el último mes nos hicieron despedirnos a mi esposo y a mi de "la barriga" en una carta que al principio parecía ridícula y sin sentido y que comenzaba con un "Querida barriga, gracias por acompañarme durante nueve meses..." y que no se trataba de hablarle al bebé, sino a la barriga (a la condición de estar embarazada) pude entender la extraña tristeza que todo eso me producía. "Dejarla partir" a ella, a mi barriga. "Gracias por todas las sensaciones nuevas que me brindaste. Gracias porque por ti me sentí protaginista de un gran milagro. Gracias porque en tu nombre me cedían el puesto, me consentían, me daban cosas ricas de comer. Gracias por todo los sacrificios a los que me obligaste, porque durante nueve meses de alguna manera me enseñaste a ser madre. Gracias porque por ti aprendí otra de las muchas formas del amor." La carta llevaba esas y muchas otras gracias que ya no recuerdo. Mi esposo también escribió tantas otras gracias. Besamos a la barriga, la lloramos un poquito y estuvimos dispuestos en ese corto ritual a dejarla partir. Poco después ocurrió el Gran Milagro. Pero ese es otro cuento y harina de otro costal. La historia de todos, con un protagonista único y especial que es el hijo de uno.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Van sin acentos
Hola Madre
Te agradezco tanto este blog, porque me permite traer a la memoria ese sentir que describes, de una manera tan viva y cercana que realmente no puedo creer que ya Andrea tenga casi(manana 27) anos!!!!
Puedo verme metida en la banera orgullosa de mi hermosa protuberancia que dejaba muy abajo la cota del agua. Y lo muchississssissimo que llore la primera vez que me volvi a sumergir en la misma banera y NADA!!! superaba el nivel del agua, que crecia y crecia alimentado por mis lagrimas!!!! y ya Andrea era un Milagro de carne y hueso.
Creo no equivocarme si digo que la sensacion de maxima felicidad como ser, fueron los embarazos, no necesitaba nada ni a nadie mas.

Y lo de la burbuja..... con Roby habia acabado de pasar por el cancer, es mas habia dudas de cuanto podia haber afectado la radioterapia al bebe, y a pesar de todos los miedos por mi y por el bebe, yo me sentia absolutamente protegida de cualquier posibilidad de enfermarme o recaer, pues la barriga era un antidoto absoluto a todas mis vulnerabilidades. Estaba *segura* de que nada podia pasarme mientras esa barriga existiera, pensaba que Dios me mantendria viva para que ese ser viviera, y asi fue, tanto, que una vez nacido, y ya perdida la barriga, entre en unas fobias y angustias de muerte horribles, mi antidoto se habia ido, la criptonita podia afectarme, y el bebe ya no me necesitaba......
Gracias a Dios, a la vida, a la barriga o a la magia, sigo viva, y el cumple 19 dentro de menos de un mes.
Todavia siento anoranza por la *beatitud* que nos brinda la barriga.

Besos y gracias

1:53 a. m.  

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