13.2.07

Entre guarderias te veas.

Estuve en la búsqueda de una guarderia para mi bebé Andrés choporrongo de siete meses. ¡Qué cosa tan difícil! ¿A quién dejarle la difícil tarea de cuidarlo? ¿Quién podrá hacerlo? ¿En quién confiar? Nada ni nadie me parecen suficientes. Llamo por teléfono, visito, pregunto, indago, busco en los rincones, observo las esquinas con mi cara de susto. Una fuerte depresión me invade cuando llego a lugares que no me gustan, donde cunas en fila y niños llorando esperan por sus madres. Parecen horfanatos, me digo. Mujeres que cargan y mecen en sus brazos a niños ajenos. Madres que llegan del trabajo con la cara desencajada. Niños muy pequeños que lloran, duermen o juegan en silencio. ¿Cómo dejar a mi bebé en algún sitio? y por otra parte ¿cómo no hacerlo si quiero trabajar y ser persona otra vez? Es la compleja batalla que libramos todas las madres profesionales. La doble jornada nos espera. El remordimiento también.
Al final encuentro un lugar que me gusta, una pequeña casa pintada de colores, mujeres que me reciben con los brazos abiertos, niños que corren felices. Tengo una buena referencia del lugar por unos amigos, en fin, hay que confiar, me digo.
Andrés ya lleva dos días de su corta escolaridad. Se porta como un rey. Yo le preparo sus cosas y por la mañana lo agarro como si lo raptara, como si una "otra" mujer mala saliera de mi y se llevara al niño lejos... ¡qué espanto! El primer día transcurre normal, pero el siguiente estoy como con el corazón encogido, pesado, triste. Un pequeño luto me acompaña y aunque sé que mi bebé está bien, mucho mejor que en casa, más atendido y más estimulado, paso el día preguntándome cómo lo duermen, cómo lo cargan, cómo le dan de comer. Si pudiera ver por un ojo. Me lamento de no ganar más para haberlo metido en esas superguarderías donde los puedes espiar por internet. En fin. Como decía un refrán: come toda la comida, para que tengas fuerzas, para que vayas a trabajar y te ganes el dinero para comprar la comida y podértela comer...

3 Comments:

Blogger Maria D. Torres said...

Ay! que duro!

9:31 p. m.  
Blogger La Gata Insomne said...

BRUJA!!!!!!!!
ya no te quiero, me lo hubieras dejado aquí (en la mañana duerme conmigo y se queda despierto hasta la madrugada)!!!

Eres valiente. El texto es bello, la HISTORIA no me gusta.
Voy a echar un ojo a ver como anda el choporrongo.

Te perdono porque espero que los realitos que te ganes, sean para venir a vivir cerquita de la tía Ena

Besos

3:02 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hay que agoníaaaaaaaaaaaa
Ya pase por esa primera etapa, la de dejar a mi hija en manos de quien sabe, ya estoy mas tranquila porque como, bien dices, esta mejor ahí porque esta atendida, estimulada y va socializando, pero Alicia sigue llorando cada mañana cuando la dejo en la guardería recordándome que no importa el futuro sino el presente.

Y eso que yo que esperamos hasta casi los dos años y resulta que es mejor cuando empiezan la guardería de meses pues se adaptan mejor. Sera? Cuantas dudas, miedos y culpas, ser madre y sentir algo de culpa es parte lo mismo.

Me aferro pensando Alicia come mejor, se adaptó de lo mejor a las nuevas rutinas, en tan pocas semanas dice y hace tantas cosas nuevas, es mas sociable, pero sigue llorando. Lo ideal para ella es que mamá se quede con ella en la guardería y a uno que pocas veces lo dejan pasar de la puerta, uff!

Claudia

9:37 p. m.  

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