7.5.07

El recital

cuadro de Alfredo Herrera


El recital-performance de mi último libro aún no publicado quedó hermoso. Lo disfruté plenamente, haciendo una especie de entrega formal del amor que guardaba "en el hielo de un bolsillo". Como todas las cosas que hago por ímpetu, me dediqué una semana intensa preparándolo todo: la música, las luces, los objetos, las imágenes. Incluso grabé mi voz en un estudio de sonido y mezclé hermosas piezas escogidas a pulso.
En los ensayos -que hacía en mis tiempos robados al teatro y a los hijos- llegaban las imágenes como si vinieran del cielo y lo monté todo casi sin esfuerzo (¿un ángel me lo iba dictando?). El día del recital, llegué temprano al lugar -a eso de las doce del mediodía- y estuve como una hormiga montando las luces y cada detalle, cada objeto, cada cosa. Tuve tiempo de hacer un ensayo técnico y a eso de las cinco de la tarde ya estaba todo listo. Exhausta, esperé hasta las ocho... tic-tac-tic-tac... y estaba realmente confundida. ¿Qué era lo que iba a hacer? ¿una pieza de teatro? ¿iba a leer mis poemas? ¿todo junto y mezclado? Para colmo, mis hijos rondaban el lugar toda la tarde. ¿Quién era yo? ¿una mamá? ¿una poeta confundida? ¿una actriz de teatro? ¿qué buscaba con todo esto? Mientras tanto, me iba cambiando de ropa: un par de yeans y una franela eran sustituídos por el impecable traje negro de escena. Cuando salí del baño mi hijo Daniel se me quedó mirando con asombro y me preguntó con un poco de susto: -"¿Qué te pasó mama?" Yo le expliqué que era mi traje de hacer teatro y me preguntó aún más asombrado: -"¿Puedo tocarte?"- como para asegurarse de que su mamá seguía allí abajo, detrás de esa ropa desconocida.
El mejor regalo me lo hizo él al final de todo: se sentó en primera fila y estuvo toda la hora que duró completamente cautivado por el espectáculo. Nunca pensé que resistiría tanto tiempo sin chistar. Al terminar, aplaudió y se volteó para ver cómo toda la gente me aplaudía y con una sonrisa de oreja a oreja, lleno de orgullo, aplaudió con más fuerza... Cuando regresábamos a casa en el carro, yo le pregunté qué era lo que más le habia gustado. Me dijo: -"El teatro, mamá" y luego rectificó -"No, la poesía" y poniendo la voz grave, muy serio, como si recitara un poema dijo imitándome... "Segunda parte". Simplemente...¡me derretí en el asiento!
Otro hermoso regalo de la noche fueron todas las veces que mi esposo me dijo entre emocionado, admirado y derretido que qué bello todo lo que hice, que qué hermoso, que qué buenos los poemas que ya se conoce de memoria pero que así eran aún mejores, que había que repetir la experiencia, etc. etc.
Muchas veces en mi vida he trabajado para ser reconocida. Y no es que eso sea malo, pero esta vez no lo hice por eso. Esta vez me impulsó el amor -el amor incondicional que a veces nos impulsa a ofrecer cosas simplemente "porque sí" "porque lo necesitamos" "porque es una suerte de deuda feliz con el mundo" "porque hacer ese gesto de amor nos llena de gozo y felicidad", etc.- Y como me impulsó ese delicioso amor sin cambalache, todo fue tan pleno, tan suave, tan lleno. Además, estaba finalmente cumpliendo un gran sueño: unificar mi trabajo interior con mi trabajo externo (aunque el teatro que hago siempre se haya nutrido de la poesía, esta era la primera vez que me atrevía a hacer de mi poesía... un teatro).
Pero lo mejor, lo mejor de todo fue el "Segunda parte" que con voz grave e impostada mi hijo Daniel me regaló al final de la noche. Creo que nunca nunca lo voy a olvidar.

4 Comments:

Blogger Maria D. Torres said...

Qué belleza.
Qué belleza todo:
Daniel, el marido, el recital...
lo único que falló para mi fue el carro por la cola.
Podrías pensar en repetirlo?
Besos
Maria

3:27 p. m.  
Blogger BAO said...

Fue hermoso ver la entrega de tus poemas.

Hermosas las alas, los pájaros.

Fui feliz pues supe que estaba a esa hora, donde debía estar.

Tomando lo que nos reconcilia con la vida.

Gracias por todo

b.

9:47 a. m.  
Blogger La Gata Insomne said...

Sonia, de verdad me tienes conmovida, creoo que hay seres especiales y tú eres uno de esos pocos.
Cuando lo que mueve es la entrega, los ángeles te ayudan, un poeta ciego te dicta, cuando hacemos algo desde el amor las cosas fluye, cuando las hacemos desde el poder, se enturbian.

siento tanto no haber estado allí, me han contado tantas cosas bellas de esa noche mágica.
Qué maravilla la admiración de Gori por ti y tu obra, y a Dani!!!! no quiero ni pensar, me provoca comérmelo con lo de "te puedo tocar?"Qué lástima que en la infancia de mis cachorros no hubiera esta tecnología, o yo quién sabe en qué andaba ...distraida

8:52 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Sonia, no se si me recuerdas, pero desde hace mucho sigo tus pasos a través de Aliana. Siempre admirando como te la has jugado en la vida por encontrar lo que te hace feliz, lo que te nutre, lo que te alimenta. Que hermoso verte plena y haciendo, escribiendo y compartiendo cosas hermosas.
Un abrazo a la distancia,
Kalu

1:07 p. m.  

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